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sábado, 6 de septiembre de 2014

Las prueba PISA

Recuerdo que hace bastantes años, cuando algún representante de la oposición (la derecha) se quejaba al gobierno (PSOE, ¿izquierda?) del mal estado de la educación (pública) en España, la respuesta era siempre la misma: tenemos los mismos problemas que los de los países de nuestro entorno. Esta afirmación se adornaba con ejemplos de Inglaterra, Francia, Alemania, sobre conflictividad en las aulas, sobretodo, y después se cargaba contra el preguntante, acusándolo de catastrofista y malnacido.


Eran momentos felices en que nos congratulábamos por universalizar la educación hasta los 16 años, por democratizar la educación y por intentar enseñar a base de diálogo y de buen rollito. Había que intentar enseñar matemáticas a base de resolver probleamas (matemáticos) y en general el aprendizaje debía cobrar dimensión grupal: grupo clase y pequeño grupo, de manera que el alumnado construyera sus conceptos sobre la realidad en interacción con sus compañeros, bajo la mirada benévola del profesor...
La escuela pública iba a jugar un maravilloso papel nivelador y compensador de diferencias sociales, para que el futuro basurero, compañero de clase del futuro presidente de gobierno, aprendiera a ser  ciudadano crítico y capacitado en una democracia caracterizada por un avance tecnológico permanente, que le obligará a cambiar de profesión varias veces a lo largo de su vida (basurero, cocinero, emprendedor, presidente de gobierno....)
Y también fueron momentos en que el alumnado dejó de estudiar, o siguió sin estudiar, masivamente, y cundió la idea, o la práctica,  de que la enseñanza obligatoria era una inmensa guardería para menores de 18...
Pero con el tiempo, llegaron las pruebas PISA, comparando los resultados del alumnado de diferentes países, en particular de los países desarrollados, en cuyo exclusivo club habíamos entrado o estábamos entrando.
Y quedamos en evidencia.
La educación inclusiva, que formaba buenos ciudadanos, y era igualitaria y maravillosa, además de provocar un aumento de conflictividad en las aulas, de gamberrismo, incluso agresiones al profesorado y entre iguales, además de conseguir que la gran mayoría de los estudiantes no estudiara, obtenía pésimos resultados comparados con los países de nuestro entorno y equiparables a los de países que habíamos superado en nuestro desarrollo económico y social.

Itemas liberados rueba PISA


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