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sábado, 5 de octubre de 2024

María Luisa Femenías sobre Judith Butler, por Ana Isabel Hernández Rodríguez

 Es copia y pega del blog Filosofía ULL


María Luisa Femenías (Judith Butler)




Femenías, M. L. (2003). Judith Butler. Madrid, España: Ediciones del Orto.

Por Ana Isabel Hernández Rodríguez *

 María Luisa Femenías es una filósofa nacida en Argentina el 18 de agosto de 1950. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y realizó su doctorado en la Universidad Complutense de Madrid. Allí, entre 1990 y 1991, participó en un seminario, Feminismo e Ilustración, que estaba liderado por otra filósofa de renombre que, más tarde, dirigiría su tesis doctoral: Celia Amorós Puente. La tesis de Femenías, defendida en 1995, llevó por título Aristóteles: reconstrucción de una legitimación, y se publicaría un año después como Interioridad y exclusión: un modelo para desarmar.

En la actualidad, además de impartir cursos y conferencias en América y Europa, Femenías es profesora consulta en la Universidad Nacional de La Plata. La suya es una vida, qué duda cabe, de esa dinamicidad infatigable que solo puede emerger cuando la pasión por la investigación filosófica es extraordinaria. Ha sido de tal magnitud su trayectoria académica que en 2016 la Fundación Konex la condecoró, dentro de la categoría de Estudios de Género, junto a Dora Barrancos, Clara Coria, Eva Giberti y Diana Maffía. Femenías es una de las más reconocidas especialistas de la que, según muchas voces académicas, es la filósofa del género por excelencia: Judith Butler. Por ello, fue una de las lecturas fundamentales en la elaboración de mi tesis, sobre todo su interpretación de la posición controversial de Butler respecto al “la mujer no nace, se hace” de El segundo sexo (1949) de Simone de Beauvoir. Dicho brevemente, Femenías afirma que Butler forzó los presupuestos existencialistas de Beauvoir en aras de salvaguardar sus propias convicciones y defender la proliferación de géneros, más allá del dualismo tradicional y excluyente.

Entre las publicaciones de Femenías sobre Judith Butler destacan “Butler lee a Beauvoir. Fragmentos para una polémica en torno del sujeto” (1998); “Butler y Beauvoir en diálogo imposible” (1999); Sobre sujeto y género. Lecturas feministas desde Beauvoir a Butler (2000); Judith Butler. Introducción a su lectura (2003); “Breve recorrido por el pensamiento de Judith Butler” (2009, con Rolando Casale); “Butler, la muerte del Hombre y el sujeto opaco” (2013); Judith Butler, su filosofía a debate (2013, con Virginia Cano y Paula Torricella); Judith Butler: las identidades del sujeto opaco (2015, con Ariel Martínez); Dos lecturas sobre el pensamiento de Judith Butler (2015, con Pamela Celeste Abellón y Magdalena de Santo); “Posfundacionalismo y contingencia: Butler y el problema del sujeto” (2015) y “Butler: ¿método para una ontología política?” (2017, con Rolando Casale). Dada la necesidad de acotamiento, en esta recensión sobre la obra de María Luisa Femenías me voy a detener en un libro que es pequeño (solo) en dimensiones. Publicado por Ediciones del Orto, formó parte de una colección que se denominó Biblioteca de Mujeres. Dirigida por Cristina Segura Graiño, esta Biblioteca tuvo desde el principio una finalidad tan clara como imprescindible: rescatar de las tinieblas del olvido a algunas mujeres que, a pesar de sus valiosas contribuciones, no han logrado el reconocimiento que merecen y han sido relegadas a los márgenes de “lo que importa”. Judith Butler (2003) ocupa el número cuarenta y nueve de la colección, antes del que versa sobre la teórica revolucionaria Rosa Luxemburgo y después del de la escritora Eulalia Galvarriato, finalista del Premio Nadal en 1946.

Desde las primeras páginas, Femenías señala que la filosofía post-estructuralista de Butler, así como sus antecedentes, ha tenido una amplia difusión fuera de los ámbitos académicos que, en realidad, ha sido inversamente proporcional a su comprensión. Es decir, de Butler se ha hablado mucho y, sin embargo, se la ha leído, y entendido, más bien poco. Por ello, la gran aportación del análisis de Femenías consiste en brindar, de una manera precisa y certera, ciertas claves interpretativas en aras de facilitar su entendimiento.

Uno de los aspectos más subrayados por Femenías es que la filosofía butleriana tiene un fuerte contenido anti-intuitivo. De hecho, niega uno de los pilares de la cultura occidental: la naturalidad del dimorfismo sexual. La división de la humanidad en dos sexos, y solo dos, es en la obra de Butler una maniobra cultural que obedece, por un lado, a intereses disciplinares y, por otro lado, al afán de supervivencia de una matriz de sentido heterosexual que prima la reproducción. Este es un planteamiento que, cómo no, incide directamente en la forma de concebir las identidades masculina y femenina que son nucleares para el feminismo como movimiento reivindicativo. Me explico: al hacer de la identidad un asunto plenamente discursivo que crea efectos sedimentados de realidad, el feminismo de raigambre ilustrada le critica a Butler, tan adherida a supuestos postmodernos, que el sujeto mujer se diluye en una serie de actos y, por tanto, imposibilita una delimitación clara de los espacios de poder que hacen flaquear las protestas feministas. Se le asesta un golpe de muerte a la categoría de sujeto tal y como la han concebido los movimientos de liberación clásicos y, en definitiva, la agencia, en tanto entretejida en las relaciones mismas del poder con el que rivaliza, ofrece una propuesta con unas posibilidades que, para la lucha de las mujeres, son políticamente limitadas. Esta opinión de Femenías, que hace del proyecto político de Butler un itinerario incapaz de establecer estrategias para atacar la subordinación de los géneros, coincide con la de Sheila Benhabib en el ámbito anglosajón y con la de Celia Amorós en el contexto hispano.

Para terminar, me parece conveniente subrayar que las reservas de Femenías respecto a la filosofía de Butler no le impiden reconocer en esta elementos muy rescatables. Por ejemplo, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad (1990), así como otras obras posteriores, hacen de Butler una filósofa que se enfrenta y bloquea, de una manera muy certera, a la amenaza de desestructuración psicológica y civil que recae en aquellas personas que no viven el género según las normas aceptadas. Así, es una autora clave en los debates más candentes que están protagonizando nuestra contemporaneidad.


*Ana Isabel Hernández Rodríguez es doctora en Filosofía por la ULL. Actualmente es profesora de filosofía en el IES Alcalde Bernabé Rodríguez y tutora en la UNED.

 

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OTRA VERSIÓN SOBRE EL PENSAMIENTO DE JUDITH BUTLER

Una introducción al pensamiento de Judith Butler

La filósofa vuelve a la UNTREF para participar de la Mesa Redonda: Activismo y pensamiento junto a representantes del Colectivo Ni Una Menos. La actividad está organizada por la Maestría y el Centro Interdisciplinario en Estudios y Políticas de Género.

08-04-2019

¿Cómo pensar el género? ¿Qué es natural y qué es construido de los cuerpos? ¿Por qué el modelo heteronormativo es dominante en nuestras sociedades? ¿Cuál es el lugar que ocupa el discurso en todo esto? ¿Y las minorías? ¿Qué es la teoría queer? Estas son algunas de las preguntas teóricas que desarrolla Judith Butler y que permitirán abordar de manera introductoria su pensamiento general. 

Lo interdisciplinario del género

Judith Butler plantea que la temática del género no puede pensarse si no es en un contexto interdisciplinario: “El estudio de género involucra la teoría académica y la investigación empírica pero también involucra políticas que afectan la vida cotidiana de todo tipo de personas”. Para ejemplificar esto, sostiene que si se estudia el trabajo de las mujeres, si se piensa acerca de la igualdad política, o se pregunta sobre la sexualidad, en ese instante también se está hablando de economía, de política y teoría social y de psicología. Es decir, se necesitan diversas perspectivas para poder comprender la realidad histórica y política del género. 

Desnaturalizar lo dado: sexo, género y heterosexualidad 

El mérito del pensamiento de Butler es producir una ruptura con las categorías generales respecto de nuestras ideas del sexo y el género que son aceptadas sin un cuestionamiento crítico. Ella va a plantear que es necesario desnaturalizar y desesencializar ciertos conceptos que “nos vienen dados” y romper con las dicotomías en las que siempre pensamos para poder desplegar la temática del género en otras dimensiones. 
Ante esto, una de las primeras críticas que va a plantear está relacionada a la teoría que sostiene que el sexo es natural, dado biológicamente, mientras que el género es construido socialmente. Ella explica que esta teoría solamente nos permite pensar dentro de la lógica del binarismo del género, es decir, que solo existen dos géneros (masculino y femenino) y que esto a su vez presupone la heterosexualidad. ¿Por qué? Porque de esta forma, la idea de un “sexo natural” que se organiza solamente en base a dos opciones opuestas y complementarias, perpetúa y sujeta el modelo heteronormativo que rige la sociedad. Este modelo impone solo dos opciones a los cuerpos: ser mujeres y hombres, comportarse femenina o masculinamente, respectivamente, y desear solo al sexo opuesto. Quienes no se conforman con este modelo se consideran “no normales” y así se perpetúa la homofobia y la transfobia en nuestra sociedad.

El cuerpo y el discurso 

Para Butler, cuestionar la “naturalidad del sexo” no significa negar la materialidad del cuerpo o decir que el cuerpo no existe, sino que hay que pensar al cuerpo como un campo de relaciones dependiente e interdependiente. “Si al cuerpo se lo trata nada más como una cosa verificable, discreta, perderemos de vista las relaciones en las cuales existe”. En este sentido, la filósofa también explica que no hay un acceso directo a la materialidad del cuerpo sino es a través del discurso, que, sin embargo tampoco puede capturar al cuerpo por completo. Butler sostiene en la conferencia Cuerpos que todavía importan que el cuerpo probablemente sea el nombre de nuestra humildad conceptual. 

Minorías, poblaciones vulneradas y movimientos sociales 

Una de las razones por las que la pensadora feminista retoma el tema del cuerpo y su materialidad tiene que ver con su relación con las minorías y poblaciones vulneradas. “Las mujeres, las personas de género disidente (no binario, es decir, ni masculino ni femenino), las minorías sexuales, generalmente no son reconocidas y por ende viven en un cuerpo que tampoco lo es”. Estas personas sufren insultos, acoso, prejuicios culturales, discriminación social y económica, patologización, entre otros tipos de violencia, y esto conduce a maneras marginadas de vivir en el mundo: “bajo las sombras, no como un sujeto social, sino como un fantasma”. Entonces, ¿cómo pueden ser reconocidos los cuerpos cuándo no se ajustan a la norma social de lo que deben ser? Es acá, donde aparecen los movimientos sociales que buscan la visibilización y el empoderamiento político de las minorías. “Hay que entender este reconocimiento como una lucha continua”. 

La performatividad del género 

¿A qué refiere Butler cuando habla de género performativo? Hablamos, caminamos, actuamos de maneras que consolidan la impresión de ser de un género u otro como si ese fuera una realidad interna, un hecho, o algo verdadero acerca de nosotros. Pero en realidad, se trata de un fenómeno producido y reproducido constantemente a través de normas que son establecidas y controladas por poderes institucionales y prácticas informales para mantenernos en un determinado lugar. En su obra El género en disputa, Butler explica: “La unidad del género es el efecto de una práctica reguladora que intenta uniformizar la identidad de género mediante una hetorosexualidad obligatoria”. Entonces, el género no es algo que se tiene o que se es, sino algo que se hace y son estas normas las que dictan el “hacer de un género”. Por eso, “la reproducción del género siempre es una negociación con el poder”, es decir, la actuación del género que una persona deviene es el efecto de esta negociación.

Teoría Queer 

La obra de Butler se considera fundante del campo disciplinar que surgió en los años noventas llamado “teoría queer”. Estos estudios parten de la consideración de que la orientación sexual y la identidad sexual o de género de las personas son el resultado de una construcción social y que, por lo tanto, no existen papeles sexuales esenciales o biológicamente inscritos en la naturaleza humana, sino formas socialmente variables de desempeñar uno o varios papeles sexuales. La Teoría Queer rechaza la clasificación de los individuos en categorías universales como “homosexual“, “heterosexual“, “hombre” o “mujer“, sosteniendo que éstas esconden un número enorme de variaciones culturales, ninguna de las cuales sería más fundamental o natural que las otras. 

La libertad política para un mundo más diverso en términos de género

“La aspiración política de este análisis se encuentra en el llamado a dejar que las vidas de las minorías de género y sexuales sean más posibles y más vivibles, que puedan moverse con libertad”. Es decir, hacer del mundo un lugar mejor, donde las personas puedan vivir con su género “asignado”o “elegido” sin discriminación, sin amenazas, sin estigma ni temor. Es una lucha por la igualdad y la libertad en pos de aliviar el sufrimiento y reconocer la diversidad corporal y cultural que existe y que afirma la complejidad humana. 

 

*Agradecemos la colaboración y participación de la Doctora María Inés La Greca en la revisión de la publicación. La Greca se desempeña como docente e investigadora en la Universidad y, desde 2015, es la coordinadora de la Red Interdisciplinaria de Género (que pertenece al Centro de Estudios Avanzados de la UNTREF). Además, es directora de proyectos de investigación en estudios de Género y Teoría Feminista y especialista en la obra de Judith Butler


 JUDITH BUTLER PARA PRINCIPIANTES

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-742-2009-05-08.html

https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-742-2009-05-08.html

 

 

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