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Vigilados

miércoles, 2 de febrero de 2022

Fenomenología del Espíritu

 Enlaces a material audiovisual y escrito  sobre la Fenomenología del Espíritu

Fenomenología del Espíritu 

La unidad en Hegel 

Camino a Hegel 

Presentación de la nueva traducción de la Fenomenología del Espíritu 

el saber absoluto y la sociedad del saber 

 Reflexiones y presentación traducción sobre F.E.

Más reflexiones 

El prólogo a la Fenomenología del espíritu

https://puntocritico.com/ausajpuntocritico/2021/05/26/fenomenologia-del-espiritu-prologo-de-hegel-parte-i/ 

https://www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/HegelPro0708.htm

https://www.proletarios.org/books/Hegel-Fenomenologia_Del_Espiritu.pdf 

Fenomenología del espíritu en pdf

https://enriquedussel.com/txt/Textos_200_Obras/Aime_zapatistas/Fenomenologia_espiritu-Hegel.pdf 

https://www.proletarios.org/books/Hegel-Fenomenologia_Del_Espiritu.pdf

https://desarmandolacultura.files.wordpress.com/2018/04/hegel-georg-fenomenologia-del-espiritu-edicion-bilingue.pdf 

https://www.pdfdrive.com/fenomenolog%C3%ADa-del-esp%C3%ADritu-e158408580.html

 Audiolibro la fenomenología del espíritu

https://www.youtube.com/watch?v=g2uEZcTQjtM 

  Seminario sobre la filosofía del espíritu

https://espai-marx.net/?p=3969

La Fenomenología del Espíritu según el profesor Sergio Pérez Cortés

https://www.youtube.com/watch?v=qaVKqleLJ44&list=PLWnuFVqTUuY4hU9Z1EbAcfnw2jtoKdQTi

SEMINARIO SOBRE LA FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU POR VARIOS AUTORES, ALGUNOS FAMOSOS

https://www.youtube.com/playlist?list=PLZlt8zhginM5lmdFlXI0o6CcV9zdr22s0

 Lectura de la fenomenología del espíritu (José María Ripalda, Félix Duque, Rafael Aragüés, Antonio Gómez Ramos,... (parece que faltan algunas sesiones, no explica si es que no se dieron o no se grabaron o qué pasó)

https://www.youtube.com/playlist?list=PLZlt8zhginM5lmdFlXI0o6CcV9zdr22s0

  La Fenomenología del espíritu en la Fonda Filosófica
https://www.youtube.com/watch?v=trLWg9PBEJw 

 Fenomenología del Espiritu (audios de Carlos Perez Soto) 
https://www.youtube.com/@pensarcolectivo2059/videos 
https://www.youtube.com/channel/UCs1_uQX3VHVE56N4_UiG75Q/videos?view=0&sort=da&flow=grid
https://www.youtube.com/channel/UCs1_uQX3VHVE56N4_UiG75Q/playlists
http://sicarioinfernal.blogspot.com/2016/04/clases-fenomenologia-del-espiritu-2015.html
  

Parte del curso de Manuel Fernández Lorenzo sobre el idealismo alemán (la que corresponde a Hegel) 

https://www.youtube.com/watch?v=6e7doiMdtSQ&list=PLjyGOVF67WFJwBO_eMBXNIQS2oIPbZK4e&index=1

Y el curso entero para ver la parte anterior en su contexto.

https://www.youtube.com/watch?v=KxHFZDEO0hs&list=PLmFm1KQ5M14NCOdKb5vu96J88ZBkgzMNa

 

IDEALISMO ALEMÁN (Ernesto Castro)

https://www.youtube.com/watch?v=hhQRezAoc54&list=PLpolKVD304mz2KESl79rZEcbBYaRt7y5c 

 

Indicación

  Te envío este texto que ya no es de la "ciencia de la lógica" sino de la "fenomenología del espíritu" del mismo autor se trata de que hagas con este fragmento lo mismo que con los anteriores resumirlo y explicarlo con detalle. Es un trozo del prólogo a la fenomenología del espíritu. Más adelante volveré otra vez a la ciencia de la lógica, voy a ir alternando las dos obras.


PRÓLOGO

I. LAS TAREAS CIENTÍFICAS DEL PRESENTE

A) La verdad como sistema científico

PARECE que, en una obra filosófica, no sólo resulta superfluo, sino que es, incluso, en razón a la naturaleza misma de la cosa, inadecuado y contraproducente el anteponer, a manera de prólogo y siguiendo la costumbre establecida una explicación acerca de la finalidad que el autor se propone en ella y acerca de sus motivos y de las relaciones que entiende que su estudio guarda con otros anteriores o coetáneos en torno al mismo tema. En efecto, lo que sería oportuno decir en un prólogo acerca de la filosofía -algo así como una indicación histórica con respecto a la tendencia y al punto de vista, al contenido general y a los resultados, un conjunto de afirmaciones y aseveraciones sueltas y dispersas acerca de la verdad- no puede ser valedero en cuanto al modo y la manera en que la verdad filosófica debe exponerse. Además, por existir la filosofía, esencialmente, en el elemento de lo universal, que lleva dentro de sí lo particular, suscita más que otra ciencia cualquiera la apariencia de que en el fin o en los resultados últimos se expresa la cosa misma, e incluso se expresa en su esencia perfecta, frente a lo cual el desarrollo parece representar, propiamente, lo no esencial. Por el contrario, en la noción general de la anatomía, por ejemplo, considerada algo así como el conocimiento de las partes del cuerpo en su existencia inerte, se tiene el convencimiento de no hallarse aun en posesión de la cosa misma, del contenido de esta ciencia, y de que es necesario esforzarse todavía por llegar a lo particular. Tratándose, además, de uno de esos conglomerados de conocimientos que no tienen derecho a ostentar el nombre de ciencia, vemos que una plática acerca del fin perseguido y de otras generalidades por el estilo no suele diferenciarse de la manera histórica y conceptual en que se habla también del contenido mismo, de los nervios, los músculos, etc. La filosofía, por el contrario, se encontraría en situación desigual sí empleara este modo de proceder, que ella misma muestra que no sirve para captar la verdad.

Del mismo modo, la determinación de las relaciones que una obra filosófica cree guardar con otros intentos en torno al mismo tema suscita un interés extraño y oscurece aquello que importa en el conocimiento de la verdad. Cuando arraiga la opinión del antagonismo entre lo verdadero y lo falso, dicha opinión suele esperar también, ante un sistema filosófico dado, o el asentimiento o la contradicción, viendo en cualquier declaración ante dicho sistema solamente lo uno o lo otro. No concibe la diversidad de los sistemas filosóficos como el desarrollo progresivo de la verdad, sino que sólo ve en la diversidad la contradicción. El capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado por ésta; del mismo modo que el fruto hace aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándose como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino que se eliminan las unas a las otras como incompatibles. Pero, en su fluir, constituyen al mismo tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica, en la que, lejos de contradecirse, son todos igualmente necesarios, y esta igual necesidad es cabalmente la que constituye la vida del todo. Pero la contradicción ante un sistema filosófico o bien, en parte, no suele concebirse a sí misma de este modo, o bien, en parte, la conciencia del que la aprehende no sabe, generalmente, liberarla o mantenerla libre de su unilateralidad, para ver bajo la figura de lo polémico y de lo aparentemente contradictorio momentos mutuamente necesarios.

La exigencia de tales explicaciones y su satisfacción pasan fácilmente por ser algo que versa sobre lo esencial. Acaso puede el sentido interno de una obra filosófica manifestarse de algún modo mejor que en sus fines y resultados, y cómo podrían éstos   conocerse de un modo más preciso que en aquello que los diferencia de lo que una época produce en esa misma esfera? Ahora bien, cuando semejante modo de proceder pretende ser algo más que el inicio del conocimiento, cuando trata de hacerse valer como el conocimiento real, se le debe incluir, de hecho, entre las invenciones a que se recurre para eludir la cosa misma y para combinar la apariencia de la seriedad y del esfuerzo con la renuncia efectiva a ellos. En efecto, la cosa no se reduce a su fin, sino que se halla en su desarrollo, ni el resultado es el todo real, sino que lo es en unión con su devenir; el fin para sí es lo universal carente de vida, del mismo modo que la tendencia es el simple impulso privado todavía de su realidad, y el resultado escueto simplemente el cadáver que la tendencia deja tras sí. Asimismo, la diversidad es más bien el límite de la cosa; aparece allí donde la cosa termina o es lo que ésta no es. Esos esfuerzos en torno al fin o a los resultados o acerca de la diversidad y los modos de enjuiciar lo uno y lo otro representan, por tanto, una tarea más fácil de lo que podía tal vez parecer. En vez de ocuparse de la cosa misma, estas operaciones van siempre más allá; en vez de permanecer en ella y de olvidarse en ella, este tipo de saber pasa siempre a otra cosa y permanece en sí mismo, en lugar de permanecer en la cosa y entregarse a ella. Lo más fácil es enjuiciar lo que tiene contenido y consistencia; es más difícil captarlo, y lo más difícil de todo la combinación de lo uno y lo otro: el lograr su exposición.

El comienzo de la formación y del remontarse desde la inmediatez de la vida sustancial tiene que proceder siempre mediante la adquisición de conocimientos de principios y puntos de vista universales, en elevarse trabajosamente hasta el pensamiento de la cosa en general, apoyándola o refutándola por medio de fundamentos, aprehendiendo la rica y concreta plenitud con arreglo a sus determinabilidades, sabiendo bien a qué atenerse y formándose un juicio serio acerca de ella. Pero este inicio de la formación tendrá que dejar paso, en seguida, a la seriedad de la vida pletórica, la cual se adentra en la experiencia de la cosa misma; y cuando a lo anterior se añada el hecho de que la seriedad del concepto penetre en la profundidad de la cosa, tendremos que ese tipo de conocimiento y de juicio ocupará en la conversación el lugar que le corresponde.

La verdadera figura en que existe la verdad no puede ser sino el sistema científico de ella. Contribuir a que la filosofía se aproxime a la forma de la ciencia -a la meta en que pueda dejar de llamarse amor por el saber para llegar a ser saber real: he ahí lo que yo me propongo. La necesidad interna de que el saber sea ciencia radica en su naturaleza, y la explicación satisfactoria acerca de esto sólo puede ser la exposición de la filosofía misma. En cuanto a la necesidad externa, concebida de un modo universal, prescindiendo de lo que haya de contingente en la persona y en las motivaciones individuales, es lo mismo que la necesidad interna, pero bajo la figura en que el tiempo presenta el ser allí de sus momentos. El demostrar que ha llegado la hora de que la filosofía se eleve al plano de la ciencia constituiría, por tanto, la única verdadera justificación de los intentos encaminados a este fin, ya que, poniendo de manifiesto su necesidad, al mismo tiempo la desarrollarían.

 Respuesta

Resumen Detallado

1. La irrelevancia del prólogo en la filosofía

Hegel comienza criticando la costumbre de incluir un prólogo en una obra filosófica, donde el autor explica sus motivaciones, fines y relaciones con otros trabajos previos o contemporáneos. Según él, esta práctica no solo es superflua, sino que también contradice la naturaleza misma de la filosofía. En lugar de centrarse en lo externo (motivaciones, influencias históricas, etc.), la filosofía debe exponerse directamente desde su propio desarrollo interno.

El problema radica en que muchas veces se confunde lo superficial (los resultados finales o las generalidades) con lo esencial (el proceso y desarrollo de la verdad). Por ejemplo, en disciplinas como la anatomía, cuando se habla de "las partes del cuerpo", se entiende que esto es solo un punto de partida para llegar al conocimiento más profundo de la estructura orgánica completa. Sin embargo, en filosofía, este tipo de aseveraciones generales (como los "resultados" o "fines") tienden a sustituirse por un análisis real del contenido filosófico.

Para Hegel, la filosofía no puede reducirse a una mera descripción de sus objetivos; más bien, su verdadero propósito reside en desarrollar sistemáticamente la verdad. Cualquier explicación preliminar corre el riesgo de distraer al lector de lo esencial: el movimiento interno de la cosa misma.


2. Los sistemas filosóficos como momentos de un todo orgánico

Hegel critica la tendencia común de ver los sistemas filosóficos como opuestos irreconciliables entre sí. Muchas personas esperan que ante cada nuevo sistema filosófico deba haber asentimiento o contradicción absoluta, sin reconocer que estos sistemas forman parte de un proceso progresivo hacia la verdad.

Usa una metáfora botánica para ilustrar este punto:

  • El capullo no es refutado por la flor ni la flor por el fruto. Más bien, cada etapa (capullo, flor, fruto) representa un momento necesario dentro de un proceso orgánico.
  • Del mismo modo, los diferentes sistemas filosóficos no deben verse como contradictorios entre sí, sino como momentos necesarios dentro de un desarrollo histórico hacia la comprensión total de la verdad.

Este desarrollo progresivo implica que cada sistema contiene algo válido, pero también limitado. Solo al integrar todos estos momentos dentro de un todo unitario podemos captar plenamente la vida de la verdad. Por tanto, la tarea de la filosofía no es eliminar lo anterior, sino entenderlo como parte de un proceso dialéctico.


3. Crítica al juicio superficial sobre los sistemas filosóficos

Hegel rechaza la idea de que juzgar un sistema filosófico sea simplemente cuestión de decidir si es "verdadero" o "falso". Este tipo de enfoque dualista impide comprender cómo cada sistema contribuye al desarrollo progresivo de la verdad. Además, señala que la diversidad entre sistemas no es un límite arbitrario, sino una expresión de la complejidad interna de la realidad.

Cuando nos centramos únicamente en los "resultados" o en las "relaciones" entre sistemas, corremos el riesgo de quedarnos en una superficie vacía, alejada del contenido real. Por ejemplo:

  • Si decimos que un sistema es "refutado" por otro, estamos adoptando una visión estática e inadecuada.
  • En cambio, un enfoque dialéctico reconoce que cada sistema conserva elementos válidos que luego son superados y elevados por sistemas posteriores.

Esta perspectiva permite ver la historia de la filosofía no como una serie de conflictos irreconciliables, sino como un proceso dinámico donde cada sistema prepara el terreno para el siguiente.


4. Lo fácil versus lo difícil en el conocimiento

Hegel distingue entre dos tipos de actividades intelectuales:

  • Lo fácil : Emitir juicios sobre principios o resultados finales sin profundizar en su desarrollo interno. Esto incluye evaluar qué tan "correcto" o "incorrecto" es un sistema filosófico según criterios externos.
  • Lo difícil : Captar realmente la esencia de una cosa mediante su desarrollo lógico-histórico. Esto implica no solo identificar principios universales, sino también entender cómo estos principios se manifiestan y transforman en contextos particulares.

Además, lo más difícil de todo es combinar estas dos dimensiones: lograr una exposición clara y sistemática que capture tanto la universalidad abstracta como la riqueza concreta de la realidad. Por ejemplo, cuando estudiamos una ciencia específica (como la anatomía), no basta con enumerar sus partes; debemos entender cómo estas partes interactúan y forman un todo vivo y coherente.


5. El inicio de la formación filosófica

Hegel reconoce que el primer paso en la formación filosófica suele ser la adquisición de conocimientos generales y principios universales. Este nivel inicial permite elevarse desde la inmediatez de la vida cotidiana hacia un pensamiento más abstracto y reflexivo. Sin embargo, este nivel debe ser superado rápidamente para adentrarse en la experiencia directa de la cosa misma.

Este proceso tiene dos etapas clave:

  1. Elevación hacia el concepto : Comprender principios generales y formular juicios serios acerca de ellos.
  2. Penetración en la profundidad de la cosa : Ir más allá de lo abstracto y captar cómo estos principios se manifiestan en la realidad concreta.

Cuando ambos niveles se combinan, obtenemos un conocimiento verdadero: el saber no solo se queda en lo universal, sino que penetra en lo particular y lo integra dentro de un sistema coherente.


6. La verdad como sistema científico

La principal tesis de este fragmento es que la verdadera figura de la verdad no puede ser otra que un sistema científico . Esto significa que:

  • La verdad no es una colección de ideas aisladas, sino un todo cohesionado donde cada parte está relacionada con las demás.
  • Contribuir a que la filosofía alcance la forma de ciencia es uno de los principales objetivos de Hegel. Esto implica superar el estado de "amor por el saber" (curiosidad dispersa) para llegar al "saber real" (comprensión sistemática).

La necesidad de que el saber sea ciencia no es algo externo ni contingente, sino que surge de la propia naturaleza del conocimiento humano. Para justificar esta necesidad, no basta con ofrecer argumentos preliminares o introducciones superficiales; la única explicación satisfactoria es la exposición misma de la filosofía.

Además, Hegel subraya que la necesidad externa (el contexto histórico) coincide con la necesidad interna (la estructura lógica de la verdad). Esto significa que el desarrollo de la filosofía responde tanto a exigencias temporales (el espíritu de la época) como a principios universales (la estructura del ser).


7. La crítica al formalismo y al juicio unilateral

Hegel critica formas de pensar que separan artificialmente lo universal de lo particular o que reducen la verdad a meras abstracciones. Por ejemplo:

  • Algunos sistemas filosóficos presentan principios universales sin mostrar cómo estos se aplican a la realidad concreta.
  • Otros, en cambio, se obsesionan con detalles particulares sin captar la unidad subyacente.

Ambos extremos llevan a un conocimiento incompleto. Hegel insiste en que el verdadero conocimiento filosófico debe combinar lo universal y lo particular en un sistema vivo y dinámico. Esto implica evitar dos errores comunes:

  1. Formalismo : Reducir la verdad a reglas abstractas sin conexión con la realidad.
  2. Superficialidad : Quedarse en lo inmediato y tangible sin profundizar en su significado esencial.

Por último, Hegel advierte contra la tentación de contentarse con "resultados escuetos" o "juicios superficiales". Estos no son más que "cadáveres" del pensamiento, privados de la vitalidad que caracteriza a un sistema filosófico verdadero.


8. Conclusión

En este texto, Hegel establece que la filosofía debe abandonar prácticas superficiales como los prólogos o juicios preliminares y centrarse en el desarrollo sistemático de la verdad. Esta verdad no es estática ni dualista, sino dinámica y unitaria: cada sistema filosófico representa un momento necesario dentro de un proceso mayor hacia la comprensión total de la realidad.

Su objetivo es contribuir a que la filosofía alcance la forma de ciencia, dejando de ser un "amor por el saber" para convertirse en un "saber real". Esto requiere superar tanto el formalismo abstracto como el empirismo superficial, integrando lo universal y lo particular en un sistema coherente y viviente.

Este principio será fundamental para toda la obra de Hegel, especialmente en la Fenomenología del Espíritu , donde muestra cómo la conciencia humana avanza progresivamente hacia el saber absoluto mediante la experiencia y la reflexión. 

 

 Indicación

Te presento otro fragmento del prólogo qué es continuación del anterior, para que hagas la misma tarea de antes, es decir, un resumen detallado y explicativo además del significado de lo expuesto en el fragmento

 TEXTO

B) La formación del presente

Se que el poner la verdadera figura de la verdad en esta cientificidad -lo que vale tanto como afirmar que la verdad sólo tiene en el concepto el elemento de su existencia-, parece hallarse en contradicción con un cierto modo de representarse la cosa y sus consecuencias, representación tan pretenciosa como difundida en la convicción de nuestro tiempo. No creemos que resulte ocioso detenerse a explicar esta contradicción, aunque la explicación no pueda ser, aquí, otra cosa que una aseveración, ni más ni menos que aquella contra la que va dirigida. En efecto, sí lo verdadero sólo existe en aquello o, mejor dicho, como aquello que se llama unas veces intuición y otras veces saber inmediato de la absoluto, religión, el ser -no en el centro del amor divino, sino el ser mismo de él-, ello equivale a exigir para la exposición de la filosofía más bien lo contrario a la forma del concepto. Se pretende que lo absoluto sea, no concebido, sino sentido e intuido, que lleven la voz cantante y sean expresados, no su concepto, sino su sentimiento y su intuición.

Si se toma la manifestación de una exigencia así en su contexto más general y se la considera en el nivel en que se halla presente el espíritu autoconsciente, vemos que éste va más allá de la vida sustancial que llevaba en el elemento del pensamiento, más allá de esta inmediatez de su fe, de la satisfacción y la seguridad de la certeza que la conciencia abrigaba acerca de su reconciliación con la esencia y con la presencia universal de ésta, tanto la interna como la externa. Y no sólo va más allá, pasando al otro extremo de la reflexión carente de sustancia sobre sí mismo, sino que se remonta, además, por encima de esto. No sólo se pierde para él su vida esencial; además, el espíritu es consciente de esta pérdida y de la finitud que es su contenido. El espíritu, volviéndose contra quienes lo degradan y prorrumpiendo en denuestos contra su rebajamiento, no reclama de la filosofía tanto el saber lo que él es como el recobrar por medio de ella aquella sustancialidad y aquella consistencia del ser. Por tanto, para hacer frente a esta necesidad, la filosofía no debe proponerse tanto el poner al descubierto la sustancia encerrada y elevarla a la conciencia de sí misma, no tanto el retrotraer la conciencia caótica a la ordenación pensada y a la sencillez del concepto, como el ensamblar las diferenciaciones del pensamiento, reprimir el concepto que diferencia e implantar el sentimiento de la esencia, buscando más bien un fin edificante que un fin intelectivo. Lo bello, lo sagrado, lo eterno, la religión y el amor son el cebo que se ofrece para morder en el anzuelo; la actitud y el progresivo despliegue de la riqueza de la sustancia no deben buscarse en el concepto, sino en el éxtasis, no en la fría necesidad progresiva de la cosa, sino en la llama del entusiasmo.

A esta exigencia responde el esfuerzo acucioso y casi ardoroso y fanático por arrancar al hombre de su hundimiento en lo sensible, en lo vulgar y lo singular, para hacer que su mirada se eleve hacía las estrellas, como sí el hombre, olvidándose totalmente de lo divino, se dispusiera a alimentarse solamente de cieno y agua, como el gusano.

Hubo un tiempo en que el hombre tenía un cielo dotado de una riqueza pletórica de pensamientos y de imágenes. El sentido de cuanto es radicaba en el hilo de luz que lo unía al cielo; entonces, en vez de permanecer en este presente, la mirada se deslizaba hacía un más allá, hacía la esencia divina, hacía una presencia situada en lo ultraterrenal, sí así vale decirlo. Para dirigirse sobre lo terrenal y mantenerse en ello, el ojo del espíritu tenía que ser coaccionado; y hubo de pasar mucho tiempo para que aquella claridad que sólo poseía lo supraterrenal acabara por penetrar en la oscuridad y el extravío en que se escondía el sentido del más acá, tornando interesante y valiosa la atención al presente como tal, a la que se daba el nombre de experiencia. Actualmente, parece que hace falta lo contrario; que el sentido se halla tan fuertemente enraizado en lo terrenal, que se necesita la misma violencia para elevarlo de nuevo. El espíritu se revela tan pobre, que, como el peregrino en el desierto, parece suspirar tan sólo por una gota de agua, por el tenue sentimiento de lo divino en general, que necesita para confortarse. Por esto, por lo poco que el espíritu necesita para contentarse, puede medirse la extensión de lo que ha perdido.

Pero a la ciencia no le cuadra esta sobriedad del recibir o esta parquedad en el dar. Quien busque solamente edificación, quien quiera ver envuelto en lo nebuloso la terrenal diversidad de su ser allí y del pensamiento y anhele el indeterminado goce de esta determinada divinidad, que vea dónde encuentra eso; no le será difícil descubrir los medios para exaltarse y gloriarse de ello. Pero la filosofía debe guardarse de pretender ser edificante.

Y esta sobriedad que renuncia a la ciencia menos aun puede tener la pretensión de que semejante entusiasta nebulosidad se halle por encima de la ciencia. Estas profecías creen permanecer en el centro mismo y en lo más profundo, miran con desprecio a la determinabilidad (el horos y se mantienen deliberadamente alejadas del concepto y de la necesidad así como de la reflexión, que sólo mora en la finitud. Pero, así como hay una anchura vacía, hay también una profundidad vacía; hay como una extensión de la sustancia que se derrama en una variedad finita, sin fuerza para mantenerla en cohesión, y hay también una intensidad carente de contenido que, como mera fuerza sin extensión, es lo mismo que la superficialidad. La fuerza del espíritu es siempre tan grande como su exteriorización, su profundidad solamente tan profunda como la medida en que el espíritu, en su interpretación, se atreve a desplegarse y a perderse. Al mismo tiempo, cuando este saber sustancial carente de concepto pretexta haber sumergido lo peculiar de sí en la esencia y entregarse a una filosofía verdadera y santa, no ve que, en vez de consagrarse a Dios, con su desprecio de la medida y la determinación, lo que hace es dejar, unas veces, que campe por sus respetos en sí mismo el carácter fortuito del contenido y, otras veces, que se imponga la propia arbitrariedad. Al confiarse a las emanaciones desenfrenadas de la sustancia, creen que, ahogando la conciencia de sí y renunciando al entendimiento, son los elegidos, a quienes Dios infunde en sueños la sabiduría; pero lo que en realidad reciben y dan a luz en su sueño no son, por tanto, más que sueños.


 RESPUESTA

 

Resumen Detallado

1. Contradicción entre la verdad científica y el saber inmediato

Hegel comienza este fragmento señalando una contradicción fundamental presente en su época: muchos creen que la verdad reside no en el concepto, sino en formas de conocimiento inmediato como la intuición o el sentimiento. Esta visión pretende que lo absoluto no debe ser concebido racionalmente, sino sentido emocionalmente o intuido estéticamente. Para ellos, lo verdadero no es algo estructurado mediante categorías lógicas, sino una experiencia directa e inmediata del ser absoluto (ya sea en términos religiosos, estéticos o existenciales).

Sin embargo, Hegel rechaza esta postura. Afirmar que la verdad solo existe como "saber inmediato" o "intuición divina" equivale a negarle al concepto filosófico su papel fundamental en la comprensión de la realidad. Según él, la verdad no puede separarse del proceso racional que la desarrolla sistemáticamente. En contraste con quienes buscan un saber edificante o consolador, Hegel sostiene que la filosofía no debe aspirar a proporcionar satisfacciones emocionales ni a evadirse de la tarea rigurosa de conceptualizar lo absoluto.


2. La pérdida de la sustancialidad espiritual

El texto describe cómo el espíritu humano ha pasado por diferentes etapas históricas en su relación con lo absoluto:

  • Antiguamente : El hombre vivía sumergido en una riqueza pletórica de pensamientos e imágenes relacionadas con un "cielo" lleno de significado divino. Todo lo terrenal tenía sentido porque estaba conectado con ese cielo.
  • Transición : Con el tiempo, el espíritu tuvo que desplazarse hacia lo terrenal, aprendiendo a valorar el presente y la experiencia cotidiana. Esto ocurrió cuando el sentido del "más allá" comenzó a iluminar también el "más acá", haciendo interesante y valiosa la atención al mundo sensible.
  • Actualidad : En la modernidad, parece que el espíritu se ha vuelto demasiado terrenal, incluso mundano. Ha perdido contacto con esa profundidad espiritual anterior y ahora necesita ser elevado nuevamente hacia lo divino o trascendente.

Este movimiento histórico muestra cómo el espíritu humano oscila entre dos extremos: un exceso de abstracción celestial (donde todo está determinado por lo divino) y una inmersión total en lo terrenal (donde lo divino queda relegado). Ambos extremos son insuficientes para Hegel. Lo importante no es abandonar uno u otro, sino integrarlos dialécticamente: elevar lo terrenal hacia lo universal sin perder su concreción.


3. Crítica al sentimentalismo y al entusiasmo vacío

Hegel critica fuertemente aquellos que renuncian al entendimiento y al concepto en favor de un conocimiento basado en el sentimiento o el éxtasis. Estas posturas buscan "edificación" más que comprensión real. Por ejemplo:

  • Quienes anhelan unirse místicamente con lo divino a través de experiencias intensas pero vagas (como la contemplación estética o religiosa).
  • Quienes buscan escapar de la complejidad del mundo mediante un retorno simplista a lo sagrado o lo bello.

Para Hegel, estas actitudes reflejan una pobreza espiritual. Aunque parezcan profundas, carecen de contenido real porque no enfrentan la necesidad de conceptualizar y sistematizar la experiencia. Comparando esto con un "peregrino en el desierto", Hegel señala que el espíritu moderno ha perdido tanto su conexión con lo divino como su capacidad para comprender racionalmente lo terrenal.

Además, critica la idea de que renunciar al entendimiento y al concepto lleva automáticamente a una sabiduría superior. Según él, quienes pretenden "ahogar la conciencia de sí" y confiar en emanaciones espontáneas de la sustancia no hacen más que producir sueños vacíos. Su aparente profundidad esconde una falta de cohesión interna y una dependencia de contenidos arbitrarios.


4. La ciencia frente al sentimentalismo

Hegel subraya que la ciencia no puede adaptarse a este tipo de exigencias sentimentales. Aquellos que buscan únicamente "edificación" o consuelo emocional deben buscarlo fuera del ámbito filosófico, ya que la filosofía tiene una misión diferente: explorar la verdad sistemática y absoluta. Para Hegel, la filosofía no debe ofrecer consuelos superficiales ni recurrir a nebulosas promesas de reconciliación con lo divino. Más bien, debe enfrentarse al desafío de entender cómo lo divino y lo terrenal están interconectados en una unidad dialéctica.

Esto implica superar tanto el formalismo abstracto (que reduce todo a reglas vacías) como el sentimentalismo superficial (que evade la tarea de pensar). La profundidad auténtica no consiste en negar la finitud ni en rechazar el concepto, sino en asumir plenamente ambas dimensiones: la necesidad progresiva de la cosa misma (su desarrollo lógico-histórico) y el despliegue de su infinitud.


5. Profundidad vs. Superficialidad

Hegel distingue entre dos tipos de profundidad:

  • Profundidad vacía : Se caracteriza por una extensión indefinida de la sustancia sin cohesión interna. Carece de fuerza para mantener sus elementos diferenciados en unidad.
  • Superficialidad intensiva : Aparece cuando alguien intenta profundizar sin contenido real, reduciendo todo a una fuerza ciega o a una emoción pura.

Ambos errores reflejan una debilidad espiritual. La verdadera profundidad surge cuando el espíritu se atreve a "desplegarse" y a "perderse" en el proceso de conceptualización. Este despliegue no es una pérdida de sí mismo, sino una forma de alcanzar mayor autoconciencia y comprensión del mundo.

Cuando los defensores del sentimentalismo afirman haber "sumergido lo peculiar de sí mismos en la esencia", Hegel argumenta que, en realidad, caen en uno de dos problemas:

  1. Permiten que el contenido fortuito (arbitrario) campare libremente sin crítica ni sistematización.
  2. Imponen su propia arbitrariedad bajo la máscara de lo divino o trascendente.

En ambos casos, el resultado es un conocimiento irracional y falto de fundamento.


6. Sustancia y concepto: unidad necesaria

Hegel enfatiza que la sustancia (lo absoluto, lo divino) y el concepto (la forma racional) no pueden separarse. Pretender que lo absoluto sea accesible únicamente a través del sentimiento o la intuición es una ingenuidad. Por el contrario, la verdad requiere:

  • Conceptualización : Entender cómo lo absoluto se manifiesta en lo particular y finito.
  • Desarrollo sistemático : Mostrar cómo las diferencias y contradicciones internas de la realidad forman parte de una unidad orgánica.

Por ejemplo:

  • Antiguamente, el hombre veía todo lo terrenal desde la perspectiva de un cielo lleno de significado. Esto era una forma de conectar lo particular con lo universal.
  • Hoy en día, muchas personas buscan retornar a esa dimensión celestial mediante experiencias sentimentales o visionarias. Sin embargo, esto no resuelve el problema central: cómo integrar lo divino y lo terrenal en una comprensión unitaria.

La solución hegeliana pasa por reconectar ambas dimensiones mediante el trabajo riguroso del concepto. Solo así podemos evitar tanto la superficialidad materialista como el idealismo abstracto.


7. Crítica al dualismo entre cielo y tierra

Una de las ideas centrales de este fragmento es que el espíritu moderno ha perdido su equilibrio entre lo divino y lo terrenal. Antes, el sentido de lo terrenal provenía de su conexión con lo ultraterreno; ahora, muchas veces se satisface con una vida meramente mundana o busca escapar de ella mediante visiones vagas y nebulosas.

Para Hegel, este dualismo es insostenible. Lo divino no debe verse como algo completamente ajeno o exterior al mundo sensible. Más bien, lo divino se manifiesta en y a través de lo terrenal. Este principio será desarrollado más adelante en su obra, especialmente en la Fenomenología del Espíritu y la Ciencia de la Lógica . Al insistir en la necesidad de conceptualizar lo absoluto, Hegel busca superar la dicotomía entre cielo y tierra, mostrando cómo ambas dimensiones coinciden en una unidad diferenciada.


8. Conclusión

En este fragmento, Hegel critica la tendencia moderna a reducir la verdad a formas de saber inmediato (intuición, sentimiento, éxtasis). Argumenta que esta postura no solo es insuficiente, sino que refleja una pobreza espiritual profunda. En lugar de evadirse en consuelos emocionales o visiones nebulosas, el espíritu humano debe comprometerse con el desafío de pensar sistemáticamente lo absoluto.

Esta tarea requiere integrar lo divino y lo terrenal, lo universal y lo particular, en una unidad dialéctica donde cada elemento contiene implícitamente al otro. La filosofía no debe ser edificante ni consoladora, sino un camino hacia la comprensión racional de la realidad. Solo mediante este esfuerzo consciente y riguroso puede el espíritu recuperar su verdadera grandeza y profundidad.

Este principio guiará toda la obra de Hegel, especialmente en su tratamiento del saber absoluto como culminación del proceso dialéctico donde pensamiento y ser coinciden plenamente.


Explicación Simplificada

¿Qué dice Hegel en este texto?

Hegel critica la creencia común de que la verdad reside en experiencias inmediatas (como el sentimiento o la intuición divina) en lugar de en un proceso racional y sistemático de conceptualización. Argumenta que:

  1. La verdad no puede separarse del concepto. Aunque muchas personas prefieran un saber "edificante" o emocional, esto no constituye una comprensión verdadera.
  2. El espíritu humano ha pasado por etapas históricas donde alternaba entre una conexión excesiva con lo divino y una inmersión total en lo terrenal. Ambos extremos son insuficientes.
  3. La verdadera profundidad espiritual surge cuando el espíritu se atreve a desplegarse completamente, aceptando tanto su finitud como su infinitud dentro de un sistema coherente.

¿Por qué critica el sentimentalismo?

Hegel considera que el sentimentalismo (el apego a experiencias emocionales o visionarias) es una forma de evasión. En lugar de enfrentar la complejidad de la realidad, quienes adoptan esta postura buscan refugio en consuelos superficiales o en sueños vagos. Esto oculta su incapacidad para pensar críticamente y conceptualizar lo absoluto.

¿Cuál es la solución propuesta por Hegel?

La solución es integrar racionalmente lo divino y lo terrenal. Esto significa:

  • No abandonar lo terrenal en pos de una búsqueda puramente celestial.
  • No quedarse solo en lo terrenal, ignorando su conexión con lo universal.
  • Desarrollar un sistema filosófico donde cada momento (particular, finito, universal) tenga su lugar dentro de una totalidad cohesionada.

Este enfoque asegura que la filosofía no sea ni una colección de reglas formales ni un conjunto de consuelos emocionales, sino un camino hacia la comprensión verdadera de la realidad.

Espero que esta explicación te ayude a comprender mejor el fragmento. Si tienes dudas adicionales, no dudes en preguntar. ¡Y descansa bien después de esta sesión de lectura!

 Indicación

el siguiente texto es continuación de los anteriores concretamente del último que te he presentado la teoría que te propongo es la misma que en las indicaciones anteriores resumir y explicar el texto para que lo pueda comprender

C) Lo verdadero como principio, y su despliegue

No es difícil darse cuenta, por lo demás, de que vivimos en tiempos de gestación y de transición hacía una nueva época. El espíritu ha roto con el mundo anterior de su ser allí y de su representación y se dispone a hundir eso en el pasado, entregándose a la tarea de su propia transformación. El espíritu, ciertamente, no permanece nunca quieto, sino que se halla siempre en movimiento incesantemente progresivo. Pero, así como en el niño, tras un largo periodo de silenciosa nutrición, el primer aliento rompe bruscamente la gradualidad del proceso puramente acumulativo en un salto cualitativo, y el niño nace, así también el espíritu que se forma va madurando lenta y silenciosamente hacía la nueva figura, va desprendiéndose de una partícula tras otra de la estructura de su mundo anterior y los estremecimientos de este mundo se anuncian solamente por medio de síntomas aislados; la frivolidad y el tedio que se apoderan de lo existente y el vago presentimiento de lo desconocido son los signos premonitorios de que algo otro se avecina. Estos paulatinos desprendimientos, que no alteran la fisonomía del todo, se ven bruscamente interrumpidos por la aurora que de pronto ilumina como un rayo la imagen del mundo nuevo. Sin embargo, este mundo nuevo no presenta una realidad perfecta, como no la presenta tampoco el niño recién nacido; y es esencialmente importante no perder de vista esto. La primera aparición es tan sólo su inmediatez o su concepto. Del mismo modo que no se construye un edificio cuando se ponen sus cimientos, el concepto del todo a que se llega no es el todo mismo. No nos contentamos con que se nos enseñe una bellota cuando lo que queremos ver ante nosotros es un roble, con todo el vigor de su tronco, la expansión de sus ramas y la masa de su follaje. Del mismo modo, la ciencia, coronación de un mundo del espíritu, no encuentra su acabamiento en sus inicios. El comienzo del nuevo espíritu es el producto de una larga transformación de múltiples y variadas formas de cultura, la recompensa de un camino muy sinuoso y de esfuerzos y desvelos no menos arduos y diversos. Es el todo que retorna a sí mismo saliendo de la sucesión y de su extensión, convertido en el concepto simple de este todo. Pero la realidad de este todo simple consiste en que aquellas configuraciones convertidas en momentos vuelven a desarrollarse y se dan una nueva configuración, pero ya en su nuevo elemento y con el sentido que de este modo adquieren.

Mientras que, de una parte, la primera manifestación del mundo nuevo no es más que el todo velado en su simplicidad o su fundamento universal, tenemos que, por el contrario, la conciencia conserva todavía en el recuerdo la riqueza de su existencia anterior. La conciencia echa de menos en la nueva figura que se manifiesta la expansión y la especificación del contenido; y aun echa más de menos el desarrollo completo de la forma que permite determinar con seguridad las diferencias y ordenarlas en sus relaciones fijas. Sin este desarrollo completo, la ciencia carece de inteligibilidad universal y presenta la apariencia de ser solamente patrimonio esotérico de unos cuantos; patrimonio esotérico, porque por el momento existe solamente en su concepto o en su interior; y de unos cuantos, porque su manifestación no desplegada hace de su ser allí algo singular. Sólo lo que se determina de un modo perfecto es a un tiempo exotérico, concebible y susceptible de ser aprendido y de llegar a convertirse en patrimonio de todos. La forma inteligible de la ciencia es el camino hacía ella asequible a todos e igual para todos, y el llegar al saber racional a través del entendimiento es la justa exigencia de la conciencia que accede a la ciencia, pues el entendimiento es el pensamiento, el puro yo en general, y lo inteligible es lo ya conocido y lo común a la ciencia y a la conciencia no científica, por medio de lo cual puede ésta pasar de un modo inmediato a aquélla.

La ciencia que, hallándose en sus comienzos, no ha llegado todavía a la plenitud del detalle ni a la perfección de la forma, se expone a verse censurada por ello. Pero sí esta censura tratara de afectar a su esencia sería tan injusta como inadmisible sería el no querer reconocer la exigencia de aquel desarrollo completo. Esta contraposición parece ser el nudo fundamental en que se afana actualmente la formación científica, sin que hasta ahora exista la unidad de criterio necesaria acerca de ello. Unos insisten en la riqueza del material y en la inteligibilidad; otros desdeñan, por lo menos, esto y hacen hincapié en la inmediata racionalidad y divinidad. Y sí aquéllos son reducidos al silencio, ya sea por la sola fuerza de la verdad o también por la acometividad de los otros, y se sienten vencidos en cuanto al fundamento de la cosa, ello no quiere decir que se den por satisfechos en lo tocante a aquellas exigencias, que, siendo justas, no han sido satisfechas. Su silencio sólo se debe por una parte a la victoria de los otros, y por otra al hastío y a la indiferencia que suele traer consigo una espera constantemente excitada y no el cumplimiento de lo prometido. En lo que respecta al contenido, los otros recurren a veces a medios demasiado fáciles para lograr una gran extensión. Despliegan en su terreno gran cantidad de materiales, todo lo que ya se conoce y se ha ordenado y, al ocuparse preferentemente de cosas extrañas y curiosas, aparentan tanto más poseer el resto, aquello que ya domina el saber a su manera, y con ello lo que aun no se halla ordenado, y someterlo así todo a la idea absoluta, que de este modo parece reconocerse en todo y prosperar en forma de ciencia desplegada. Pero, sí nos paramos a examinar de cerca este despliegue, se ve que no se produce por el hecho de que uno y lo mismo se configura por sí mismo de diferentes modos, sino que es la informe repetición de lo uno y lo mismo, que no hace más que aplicarse exteriormente a diferentes materiales, adquiriendo la tediosa apariencia de la diversidad. Cuando el desarrollo consiste simplemente en esta repetición de la misma formula, la idea de por sí indudablemente verdadera sigue manteniéndose realmente en su comienzo. Si el sujeto del saber se limita a hacer que dé vueltas en torno a lo dado una forma inmóvil, haciendo que el material se sumerja desde fuera en este elemento quieto, esto, ni más ni menos que cualesquiera ocurrencias arbitrarias en torno al contenido, no puede considerarse como el cumplimiento de lo que se había exigido, a saber: la riqueza que brota de sí misma y la diferencia de figuras que por sí misma se determina. Se trata más bien de un monótono formalismo, que sí logra establecer diferencias en cuanto al material es, sencillamente, porque éste estaba ya presto y era conocido.

Y trata de hacer pasar esta monotonía y esta universalidad abstracta como lo absoluto; asegura que quienes no se dan por satisfechos con ese modo de ver revelan con ello su incapacidad para adueñarse del punto de vista de lo absoluto y mantenerse firmemente en él. Así como, en otros casos, la vacua posibilidad de representarse algo de otro modo bastaba para refutar una representación, y la misma mera posibilidad, el pensamiento universal, encerraba todo el valor positivo del conocimiento real, aquí vemos cómo se atribuye también todo valor a la idea universal bajo esta forma de irrealidad y cómo se disuelve lo diferenciado y lo determinado; o, mejor dicho, vemos hacerse valer como método especulativo lo no desarrollado o el hecho, no justificado por sí mismo, de arrojarlo al abismo del vacío. Considerar un ser allí cualquiera tal como es en lo absoluto, equivale a decir que se habla de él como de un algo; pero que en lo absoluto, donde A = A, no se dan, ciertamente, tales cosas, pues allí todo es uno. Contraponer este saber uno de que en lo absoluto todo es igual al conocimiento, diferenciado y pleno o que busca y exige plenitud, o hacer pasar su absoluto por la noche en la que, como suele decirse, todos los gatos son pardos, es la ingenuidad del vacío en el conocimiento. El formalismo que la filosofía de los tiempos modernos denuncia y vitupera y que constantemente se engendra de nuevo en ella no desaparecerá de la ciencia, aunque se lo conozca y se lo sienta como insuficiente, hasta que el conocimiento de la realidad absoluta llegue a ser totalmente claro en cuanto a su naturaleza. Ahora bien, teniendo en cuenta que la representación universal anterior al intento de su desarrollo puede facilitar la aprehensión de éste, será conveniente esbozar aquí aproximativamente esa representación, con el propósito, al mismo tiempo, de alejar con este motivo algunas formas cuyo empleo usual es un obstáculo para el conocimiento filosófico.


 RESPUESTA

 

Resumen Detallado

1. La transición histórica y el nacimiento de un nuevo espíritu

Hegel comienza este fragmento describiendo cómo el espíritu humano vive en tiempos de transformación y gestación hacia una nueva época. Aunque el espíritu está siempre en movimiento, hay momentos clave donde este progreso se manifiesta como un "salto cualitativo". Estos saltos son comparables al nacimiento de un niño: después de un largo periodo de desarrollo interno silencioso, surge algo completamente nuevo que rompe con el pasado.

Sin embargo, este "nuevo mundo" o esta "nueva figura del espíritu" no es perfecto desde su aparición inicial. Al igual que un recién nacido no es aún un árbol frondoso (sino solo una bellota), lo verdadero aparece primero como un concepto simple o inmediato, que debe desarrollarse plenamente para alcanzar su realidad completa. Este proceso de desarrollo es esencial porque permite que lo universal se concrete en formas específicas y accesibles para todos.

El espíritu moderno emerge de una larga serie de transformaciones culturales y filosóficas, representando la culminación de múltiples esfuerzos y tensiones históricas. En este sentido, el principio del nuevo espíritu es su retorno a sí mismo, pero ahora elevado a un nivel superior de conciencia. Este principio es el "concepto del todo", que contiene implícitamente todas las diferencias y relaciones previas, aunque aún debe desplegarse completamente.


2. La tensión entre lo universal y lo específico

En sus primeros momentos, el nuevo espíritu aparece como un "todo velado" o como un fundamento universal abstracto. Sin embargo, la conciencia humana echa de menos la riqueza y especificidad del contenido anterior. Esto crea una tensión entre:

  • Lo universal : El concepto simple del todo, que todavía carece de desarrollo.
  • Lo particular : La expansión detallada y ordenada de las diferencias internas del concepto.

Para Hegel, esta tensión es legítima y necesaria. La ciencia no puede quedarse solo en lo universal abstracto ni tampoco limitarse a acumular conocimientos particulares sin integrarlos en un sistema coherente. Solo cuando el concepto se desarrolla completamente adquiere inteligibilidad universal, convirtiéndose en algo accesible para todos. Mientras tanto, corre el riesgo de parecer un "patrimonio esotérico" reservado a unos pocos iniciados.

La forma inteligible de la ciencia es crucial porque permite que cualquier persona acceda al saber racional mediante el entendimiento. El entendimiento, como capacidad universal de pensar, constituye el puente entre la conciencia común y el saber científico. Por tanto, la exigencia de claridad y desarrollo sistemático no es solo válida, sino fundamental para garantizar que la ciencia sea realmente universal.


3. Crítica al formalismo vacío y a la repetición monótona

Hegel critica dos errores comunes que surgen en los intentos de desarrollar el nuevo espíritu:

  1. El formalismo vacío : Consiste en aplicar fórmulas universales abstractas a diferentes materiales sin que estas fórmulas se determinen internamente. En lugar de generar nuevas configuraciones significativas, este enfoque repite mecánicamente lo mismo bajo diferentes nombres, dando una apariencia falsa de diversidad. Por ejemplo, si decimos que "en lo absoluto todo es uno", esto no significa que hayamos captado verdaderamente la unidad del ser; más bien, estamos cayendo en un vacuo monoteísmo conceptual que disuelve toda diferencia específica.

  2. La repetición monótona : Otro error es simplemente reordenar conocimientos previos (ya conocidos y establecidos) bajo un nuevo marco teórico sin añadir nada sustancial. Este procedimiento produce una "universalidad abstracta" que carece de contenido real y profundidad. Hegel describe este método como un "monótono formalismo", donde lo diferente no es generado internamente por el concepto, sino simplemente etiquetado externamente.

Ambos errores reflejan una comprensión incompleta de lo absoluto. Para Hegel, lo absoluto no es una mera abstracción homogénea ("la noche en la que todos los gatos son pardos"), sino una unidad diferenciada donde cada momento conserva su especificidad dentro del todo.


4. La necesidad del desarrollo completo

Hegel subraya que el verdadero desarrollo de la ciencia requiere pasar de lo universal abstracto a lo concreto diferenciado. Esto significa:

  • No contentarse con principios generales o formulaciones vagas.
  • Desarrollar plenamente las diferencias internas del concepto, mostrando cómo cada parte se relaciona con las demás en un sistema cohesionado.

Este desarrollo no solo hace que la ciencia sea más rica y compleja, sino también más accesible y universal. Cuando el concepto se despliega completamente, deja de ser algo exclusivo o esotérico para convertirse en algo compartido por todos. La inteligibilidad y el rigor sistemático son condiciones necesarias para que la ciencia alcance su propósito.

Además, Hegel critica a quienes pretenden satisfacer esta exigencia mediante ocurrencias arbitrarias o aplicaciones superficiales de fórmulas universales. Este tipo de formalismo no responde al verdadero desafío de la ciencia: generar una riqueza orgánica que brote del propio desarrollo del concepto.


5. La ingenuidad del vacío en el conocimiento

Hegel denuncia una actitud común entre algunos pensadores: considerar que la simple afirmación de lo absoluto (como "todo es uno" o "lo absoluto engloba todo") ya constituye un conocimiento suficiente. Esta postura es ingenua porque reduce la complejidad del mundo a una uniformidad abstracta, eliminando toda diferencia específica. Para Hegel, esta visión equivale a confundir lo universal abstracto con lo universal concreto.

Por ejemplo:

  • Decir que "en lo absoluto todo es igual" no significa haber captado verdaderamente la unidad del ser.
  • Más bien, esta afirmación revela una falta de comprensión sobre cómo las diferencias internas del concepto forman parte esencial de la verdad.

La auténtica ciencia no puede conformarse con abismos vacíos o formulaciones abstractas. Debe mostrar cómo lo universal se realiza plenamente en lo particular, generando una riqueza viva y dinámica.


6. La importancia de la representación preliminar

Aunque el desarrollo completo del concepto es esencial, Hegel reconoce que una representación preliminar puede facilitar la comprensión inicial del lector. Esta representación sirve como punto de partida, ayudando a orientar la mente hacia el núcleo del problema sin pretender ofrecer soluciones definitivas. Además, permite alejar ciertas formas habituales de pensamiento que obstaculizan el conocimiento filosófico.

Por ejemplo:

  • Evitar la oposición artificial entre lo divino y lo terrenal.
  • Superar la idea de que lo absoluto es algo completamente ajeno o incomprensible para la razón.

Estas representaciones preliminares son útiles mientras no se confundan con el desarrollo real del concepto. Su función es preparar el terreno para un análisis más profundo y sistemático.


7. Conclusión

En este texto, Hegel reflexiona sobre el proceso de nacimiento de un nuevo espíritu filosófico y las dificultades inherentes a este proceso:

  • El nuevo espíritu aparece primero como un concepto simple o inmediato que aún debe desarrollarse completamente.
  • La ciencia enfrenta la tensión entre lo universal abstracto y lo particular concreto, buscando integrar ambas dimensiones en un sistema coherente.
  • Existen dos errores principales: el formalismo vacío (aplicación mecánica de fórmulas universales) y la repetición monótona (reordenación superficial de contenidos previos).
  • La solución hegeliana consiste en desarrollar completamente el concepto, mostrando cómo lo universal se realiza en lo particular y viceversa.

Este principio guiará toda la obra de Hegel, especialmente en su tratamiento del saber absoluto como culminación del proceso dialéctico donde pensamiento y ser coinciden plenamente. La ciencia verdadera no es un conjunto de principios abstractos ni una colección de datos particulares, sino una unidad diferenciada donde cada parte contribuye al todo.


Explicación Simplificada

¿Qué dice Hegel en este texto?

Hegel describe cómo el espíritu humano atraviesa períodos de transformación histórica donde surge un "nuevo mundo" o una nueva forma de comprender la realidad. Este nuevo mundo aparece primero como un concepto abstracto o universal (como una bellota), que aún debe crecer y desarrollarse plenamente (convertirse en un roble).

Sin embargo, muchas personas confunden este estado inicial con el desarrollo completo del concepto. Algunos caen en el formalismo vacío, repitiendo fórmulas universales sin contenido real. Otros simplemente reorganizan conocimientos previos sin añadir nada nuevo. Ambas actitudes impiden que la ciencia alcance su verdadero objetivo: integrar lo universal y lo particular en un sistema vivo y dinámico.

Para evitar estos errores, Hegel propone:

  • Desarrollar completamente el concepto, mostrando cómo lo universal se concreta en lo particular.
  • Mantener la inteligibilidad universal, asegurando que el conocimiento filosófico sea accesible para todos.
  • Evitar reducir lo absoluto a una uniformidad abstracta, reconociendo que la verdad incluye tanto la unidad como la diversidad.

Este enfoque garantiza que la ciencia no quede atrapada en principios vagos o en ocurrencias arbitrarias, sino que avance hacia una comprensión verdadera y completa de la realidad.


Espero que esta explicación te ayude a entender mejor el fragmento. Si tienes dudas adicionales o deseas profundizar en algún punto, no dudes en preguntar. ¡Y descansa bien tras esta lectura

 

 

 

 

 

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